Fue en 1217, hace ochocientos años, cuando Fernando III subió al trono de Castilla, sucediendo a su madre la reina Berenguela. Tenía entonces en torno a diecisiete años, ya que no se sabe con seguridad si nació en 1199 o en 1201. Trece años más tarde sería proclamado rey de León, al morir su padre Alfonso IX. En su persona se unían ambos reinos definitivamente -lo habían estado con anterioridad de manera temporal- en lo que conocemos como la Corona castellanoleonesa o simplemente como corona de Castilla. Algunos indocumentados, con arteras intenciones, pretenden denominar a la Corona de Aragón, como catalanoaragonesa, queriendo darle a Cataluña un rango que nunca tuvo porque jamás fue un reino, como era el caso de León o de Castilla.

Fernando III impulsó el avance cristiano sobre los territorios dominados por los almohades, integristas musulmanes que habían construido un imperio norteafricano y sustituido a los almorávides en el Magreb y, tras el paso del Estrecho, eran los nuevos señores de Al-andalus. Su poder, quebrantado tras la batalla de las Navas de Tolosa (1212), permitió a los cristianos en las décadas siguientes avanzar por el valle del Guadalquivir apoderándose de Córdoba en 1236, de Jaén en 1246 y de Sevilla en 1248.

Córdoba y su provincia están vinculadas históricamente a Fernando III, cuya onomástica se celebró ayer, al ser declarado santo en 1671. En Córdoba, las primeras iglesias, levantadas en estilo gótico en la segunda mitad del siglo XIII, reciben el nombre de fernandinas. Fueron catorce, tantas como collaciones en que quedó dividida la ciudad. Algunos de ellos han desaparecido; es el caso de Omnium Santorum que estuvo situado en lo que hoy es la plaza de Ramón y Cajal y que, según Ramírez de Arellano, en sus «Paseos por Córdoba» tenía un pórtico cerrado con verjas de madera. También es el caso de San Nicolás de la Axerquía, ubicaba en lo que hoy es el Paseo de la Ribera esquina a Consolación. Ha llegado hasta nuestros días, aunque desacralizada, la iglesia de la Magdalena en el barrio de su nombre. Son templos cristianos en la actualidad el de San Lorenzo, Santa Marina, San Nicolás de la Villa o San Miguel. En la provincia hay numerosas capillas dedicadas a San Fernando quien aparece, por lo general con la espada lobera en una mano y el orbe en la otra, como atributos de su poder.

Su figura también quedó muy ligada a Sevilla. Sus restos mortales descansan en una de las capillas de su catedral y es el patrón de la ciudad. Su efigie aparece en su escudo. Está sentado en un trono sobre un estrado, flanqueado por las imágenes de San Isidoro San Leandro, titulares de la sede episcopal hispalense en época de la monarquía visigoda. Fernando III aparece así mismo en el escudo de la Diputación provincial sevillana e incluso en uno de los dos cuarteles superiores del escudo del Sevilla Fútbol Club.

Hoy, a iniciativa del grupo municipal de Izquierda Unida en el Ayuntamiento hispalense, se pretende suprimir del escudo de la ciudad a Fernando III y también a San Isidoro y San Leandro. Los comunistas sevillanos ponen de relieve, más allá de un laicismo que resulta anticlerical, un notable desconocimiento del pasado. Suponemos que es su forma de celebrar el hecho de que hace ochocientos años Fernando III llegaba al trono de Castilla, algo que, guste o no, forma parte de nuestra historia.

(Publicada en ABC Córdoba el 31 de mayo de 2017 en esta dirección)
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